lunes, 29 de octubre de 2012

Por amarte, Enrique Iglesias

Amar es una cosa especial no se viene y va
Amar solo te pasa una vez pero de verdad
Amar es cuando solo piensas en donde estara
Amar es como un milagro muy dificil explicar
Amar es cuando la proteges de la lluvia y el viento
Amar es cuando tu la abrasas y te olvidas del tiempo
Amar es cuando tu la vez y te pones nervioso
Amar es cuando te das cuenta de tus sentimientos


Por amarte robaria una estrella te la regalaria
Por amarte crusaria los mares solo por abrasarte
Por amarte juntaria la juvia con el fuego eeeoooo
Por amarte daria mi vida solo por besarte

Amar es cuando escribe su nombre por todo el cielo
Amar es cuando solo sueñas en llevartela lejos
Amar es cuando tu la vez y se queda en tus ojos
Amar es cuando te das cuenta de que ella lo es todo

A estas horas, aquí, Jaime Sabines

Habría que bailar ese danzón que tocan en el cabaret de abajo,
dejar mi cuarto encerrado
y bajar a bailar entre borrachos.
Uno es un tonto en una cama acostado,
sin mujer, aburrido, pensando,
sólo pensando.
No tengo "hambre de amor", pero no quiero
pasar todas las noches embrocado
mirándome los brazos,
o, apagada la luz, trazando líneas con la luz del cigarro.
Leer, o recordar,
o sentirme tufo de literato,
o esperar algo.
Habría que bajar a una calle desierta
y con las manos en la bolsas, despacio,
caminar con mis pies e irles diciendo:
uno, dos, tres, cuatro...
Este cielo de México es obscuro,
lleno de gatos,
con estrellas miedosas
y con el aire apretado.
(Anoche, sin embargo, había llovido
y era fresco, amoroso, delgado.)
Hoy habría que pasármela llorando
en una acera húmeda, al pie de un árbol,
o esperar un tranvía escandaloso
para gritar con fuerzas, bien alto.
Si yo tuviera un perro podría acariciarlo.
Si yo tuviera un hijo le enseñaría mi retrato
o le diría un cuento
que no dijera nada, pero que fuera largo.
Yo ya no quiero, no, yo ya no quiero
seguir todas las noches vigilando
cuándo voy a dormirme, cuándo.
Yo lo que quiero es que pase algo,
que me muera de veras
o que de veras esté fastidiado,
o cuando menos que se caiga el techo
de mi casa un rato.

Oberòn o el conocimiento auténtico, H Miller

El auténtico sabor del conocimiento va asociado del modo más preciso en mi mente con el solar vacío de la esquina en el nuevo barrio, donde me transplantaron a la edad de diez años.
Allí, cuando llegaban los días otoñales y nos reuníamos en torno a la hoguera a asar pajaritos y patatas en las latitas que llevábamos con nosotros, surgían otra clase de charlas, diferentes de las antiguas en que sus orígenes eran siempre librescos. Alguien acababa de leer un libro de aventuras, o un libro científico, e inmediatamente toda la calle se animaba con la introducción de un tema hasta entonces desconocido.

Ese era nuestro único modo de aprender las cosas: recostados contra la valla, por decirlo así, mientras asabamos pajaritos y patatas. Aquellos retazos de saber penetraban profundamente... tan profundamente, de hecho, que más adelante, confrontados con conocimientos más exactos, muchas veces resultaba difícil desalojar los antiguos. (...) 
Tampoco me parece extraño ahora que en aquellos días la mayoría de nuestras conversaciones versaran sobre lugares remotos, (...) mil y un objetos que nunca mencionaban en la casa ni en la escuela y que eran de vital importancia para nosotros porque estabamos hambrientos de saber y el mundo estaba lleno de maravilla y misterio y, sólo cuando nos reuniamos en el solar vacío tiritando, nos poníamos a hablar en serio y sentíamos necesidad de comunicación,a un tiempo agradable y aterradora.
Hasta que nos obligaron a trabajar, el mundo era muy pequeño y vivíamos en su periferia, en la frontera , por decirlo así, de lo desconocido.
Nada he ganado con la ampliación de mi mundo: al contrario, he perdido. Quiero volverme cada vez más infantil y superar la infancia en la dirección contraria. Quiero desarrollarme en sentido exactamente contrario al normal, pasar a un reino superinfantil del ser, que será absolutamente demencial y caótico, pero no como el mundo que me rodea.

He sido adulto, padre y miembro responsable de la sociedad. Me he ganado el pan de cada día. Me he adaptado a un mundo que nunca fue mío. Quiero abrirme paso a través de este mundo más amplio y encontrarme de nuevo en la frontera de un mundo ignoto que arroje a las sombras este mundo descolorido, unilateral. Quiero pasar de la responsabilidad de padre a la irresponsabilidad de hombre anárquico , al que no se puede someter, sobornar ni calumniar. Quiero adaptar como guía a Oberón, el jinete nocturno que, bajo sus negras alas desplegadas, elimina tanto la belleza como el horror del pasado; quiero huir hacia una aurora perpetua con una rapidez y una inexorabilidad que no permita el pesar, la lamentación ni el arrepentimiento. Quiero sobrepasar al hombre inventivo, que es un azote de la tierra, para encontrarme de nuevo ante un abismo infranqueable que ni siquiera las alas más robustas me permitan atravesar.

Aun cuando deba convertirme en un parque salvaje y natural habitado sólo por soñadores ociosos, no he de detenerme a descansar aquí, en la estúpidez ordenada de la vida adulta y responsable. He de hacerlo en memoria de un niño al que sofocó y asfixió la aquiescencia mutua de los que han cedido.
Regreso a un mundo más pequeño aún .Cualquier otro mundo carece de sentido para mí y es ajeno y hostil.

Al volver a atravesar el mundo luminoso que conocí de niño, no deseo descansar en él, sino abrirme paso a la fuerza hasta un mundo más luminoso del que debo de haber escapado. Cómo será ese mundo, no lo sé, ni estoy seguro siquiera de poder encontrarlo, pero es mi mundo y ninguna otra cosa me intriga.

El tenedor, ese cubierto imprescindible

El tenedor, al contrario que el cuchillo y la cuchara, no ha formado siempre parte de los cubiertos de mesa. De hecho, su historia es relativamente reciente. Aunque apareció en Grecia ya en el siglo IV, su uso no se generalizó hasta la Edad Moderna. Antes del tenedor, la gente comía con sus manos, ayudándose a veces de un cuchillo o una cuchara. Para los aristócratas, las buenas formas en la mesa indicaban que sólo se debían usar tres dedos para tocar la comida, dejando el meñique y el anular sin utilizar.

Se empleaba -y sólo en los grandes banquetes- una especie de punzones de oro o plata para tomar los pedazos muy pequeños de carne , pescado o frutas . En general, la comida se despedazaba y se llevaba a la boca con las manos, si bien los alimentos , antes de ser servidos, eran preparados por un esclavo que previamente los cortaba en pequeñas porciones.
Y aunque en la Biblia y también en la Odisea, Homero describe un utensilio similar a un tenedor, con cinco dientes, el primer uso documentado en Europa de un tenedor con dientes alrededor de la mesa fue del siglo XI, concretamente en Venecia .
A decir verdad, podríamos decir que el tenedor llegó a nosotros desde Constantinopla a principios del siglo XI de la mano de Teodora, hija del emperador de Bizancio Constantino Ducas, que lo llevó a Venecia (pues en Bizancio sí se usaba) al contraer matrimonio con Domenico Selvo, Dux de aquella república.


Fue ella la primera en asombrar a los venecianos con su refinamiento al emplear el -hasta entonces para ellos- desconocido tenedor: uno de dos púas y de oro con el cual -eso sí- sus eunucos le presentaban directamente en la boca los bocados que habían trinchado , y que le hizo ganarse el ser tachada por sus contemporáneos, por esta y otras refinadas maneras orientales, como escandalosa y reprobable. Sin embargo ella , erre que erre, lo utilizaba: hasta para rascarse la espalda.


Total , que el uso del tenedor en esta época se tenía por artilugio demoníaco , y más a partir de que San Pedro Damián amonestara a Teodora desde el púlpito por haber importado una moda no apta para buenos cristianos ; "instrumentum diaboli " lo llamaba él . A aquel rechazo religioso se sumó el social y el político , y para más inri la gente pensaba que era difícil y además "una tortura".
Tendrían que pasar casi 300 años para que la practicidad del chirimbolo acabara impusiéndose a tantas amonestaciones . Pero antes...



Tuvo que ser gracias a un viaje de Carlos V de Francia (1338-1380) que, tras emplearlo en Venecia ,intentara llevarlo a Francia . Pero la fama de cursi de la famosa Teodora no fue nada en comparación con la que se ganó el rey Carlos V intentando convencer a sus conciudadanos de la utilidad del tenedor. Las sospechas de homosexualidad que flotaban sobre él y sus mignons, llevaron a asociar nuevamente el uso del artilugio con un objeto caprichoso propio de personas "raritas".
También Catalina de Médicis hizo una intentona al contraer matrimonio con Enrique II, pero eso de que cada invitado llegara a la cena con sus propios tenedor y cuchara en una caja llamada "cadena"... acabó haciendo que los franceses la tacharan de licenciosa. Así que , tras diversos avatares, no sería hasta el siglo XVI que, Enrique III (1551-1589) (imagen) , volviera a la carga con una nueva probatina añadiendo eso sí : un primer código de buenas maneras para los comensales -que por lo visto eran un hazmerreír pues ,al no apañárselas bien, todo el rato dejaban caer al suelo la comida. Total que entre unas cosas y otras , incluída la fama de homosexuales que tenían tanto el rey como sus inmediatos cortesanos, hicieron que el tenedor pareciera de nuevo un chisme abominable .
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Hoy, visto desde la distancia, está claro que el rechazo que tuvo el tenedor durante siglos obedecía más a una inhabilidad de los comensales que a otra cosa ... Pero como decía aquel : "Quien la sigue , la consigue" .

A principio del siglo XVII un viajero inglés, Thomas Coryate, escribía en su diario:
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"Los italianos se sirven siempre de un pequeño instrumento para comer y tocar la carne. La persona que en Italia toca la carne con los dedos ofende las reglas de la buena educación y es mirada con sospecha y criticada. Se come así en toda Italia . Los tenedores son de hierro o acero, y los nobles usan muy a menudo tenedores de plata. Es una cosa extraña que no se pueda convencer a un Italiano de comer con las manos. Y yo he adoptado esta costumbre y la conservo incluso en Inglaterra. Pero mis amigos se burlan de mí, y me llaman "Furcifer" .

(Mr. Coryate . Inglaterra . Octubre de 1609)

Y de hecho, la manera de utilizar el tenedor será un misterio conocido sólo por unos pocos hasta bien entrado el siglo XVIII. Joseph Brasbridge, un fabricante de objetos de plata, escribía : "sé cómo vender estos artículos, pero no cómo usarlos".

Poco a poco los tenedores fueron teniendo paulatinamente dos, tres y cuatro dientes , pero lo más gracioso es que no en todos los países eran igual ; según E. Briffault en su "París a la mesa" 1846:
"El tenedor de dos dientes se emplea en el norte de Europa. En Inglaterra están armados de un tridente de acero con mango de marfil: el tenedor de tres dientes. Y en Francia - colmo de la civilización- estaba por fin el tenedor de cuatro dientes"


Tendría que ser Gennaro Spadaccini y bajo las órdenes de Ferdinando II de las Dos Sicilias (imagen) quien hacia 1800 y pico incorporase la cuarta punta y las redondease, adaptándolo así, ¡como no! para poder comer pasta, de la que el rey era tan forofo, pero que -aborreciendo tener que ser visto ayudándose con las manos- la comía a escondidas renunciando a ella en los banquetes oficiales.


También en España, y desde el siglo XIV , se conocía una especie de utensilio parecido, llamado broca, si bien es verdad que sólo se empleaba para trinchar carnes . Pero el tenedor como tal no empezaría a usarse aquí hasta el siglo XVII , de la mano de Felipe III (imagen) y de su valido el duque de Lerma . Tenía dos púas , eso sí, , era plano y se le llamó horqueta .
Aquí el uso del tenedor no se difundió hasta el siglo XVIII; de hecho, lo que es el tenedor tal como lo conocemos hoy NO se generaliza hasta el siglo XIX , en Barcelona , que fue la primera en crear una industria fabricante de los dichosos chirimbolos.


Fuente: pongameuncafe.blogspot.com.es

Los flamencos y su color rosado

Una de las características que más llama la atención sobre los flamencos, de hecho posiblemente sea la única, es que son de color rosa. Pero ¿alguna vez te preguntaste por qué? En realidad la respuesta es muy simple y clara...

Repasemos algunos detalles y conozcamos algunas curiosidades sobre estas aves neognatas. El nombre científico de los flamencos es el de los fenicopteriformes y existen solamente seis especies de ellos, las cuales pueden encontrarse en zonas calurosas del Caribe, América del Sur, África, parte de Medio Oriente y en algunos lugares de Europa.

Aunque son aves, tienen capacidades de vuelo muy pobre y por el contrario son muy buenos nadando. Son una especie monógama que pone únicamente un huevo al año el cual no reponen en el caso de que se dañe o se destruya.


En su hábitat natural, un flamenco puede llegar a vivir entre 20 y 30 años. Estos nacen de color marrón claro, gris o blanco y les lleva unos 3 años alcanzar su madurez completamente, entonces su plumaje se torna rosa, rojo o anaranjado. Esto tiene que ver con algo muy sencillo, su alimentación.
 
¿Por qué los flamencos tienen ese color?
Los flamencos tienen el plumaje de estos tonos de acuerdo a su alimentación. Su plumaje toma color rosa, rojo o naranja porque se tiñen como resultado de los carotenoides que se encuentran en lo que los flamencos comen.

Por-qué-los-flamencos-son-rosas-1.jpgEllos se alimentan especialmente de camarones, plancton, algas y crustáceos. Esto no quiere decir que porque el flamenco coma algo rosado quedará rosado, lo que ocurre es que la gran mayoría de lo que conforma la dieta de los flamencos está cargado de un compuesto químico conocido como cantaxantina.

Ese químico, un pigmento carotenoide presente en muchos otros elementos de la naturaleza, se descompone en el hígado del flamenco y luego se dispersa hacia las plumas, el pico y las patas del animal, tomando así su color característico.


Si observas a los flamencos de los zoológicos verás que con frecuencia pierden ese color que si tienen en su hábitat natural. Por ello es que desde hace ya algunos años, en diferentes zoológicos del mundo se comenzó a añadir este
químico en el agua y el alimento de los animales, para que no pierdan ese color tan bello y natural.

Un dato sumamente curioso es que el mismo carotenoide del que te estuve hablando, a menudo esta
presente en las salchichas.
Para finalizar les dejo un interesante y divertido video sobre la danza que realizan los flamencos para elegir a sus parejas, la cual es otra de las característica de estas hermosas aves.